Un sistema de rastrillos resistente a la corrosión es una inversión esencial para cualquier aplicación de tratamiento de aguas residuales o industrial en la que el equipo esté expuesto a humedad, sulfuro de hidrógeno, condiciones ácidas/alcalinas, altos niveles de cloruro u otros medios químicamente agresivos. Los componentes tradicionales de acero al carbono en tales entornos son altamente susceptibles a la oxidación, picaduras y degradación rápida, lo que provoca fallos frecuentes, altos costos de mantenimiento y contaminación del lodo con partículas de óxido. Un sistema verdaderamente resistente a la corrosión utiliza materiales inherentemente inmunes a estos ataques, como los aceros inoxidables (por ejemplo, 316/316L para muchas aplicaciones) o, de forma más eficaz y económica, plásticos técnicos y compuestos poliméricos reforzados con fibra. Estos materiales no metálicos, incluidos el UHMW-PE, el HDPE y el epoxi reforzado, ofrecen una resistencia excepcional a una amplia gama de productos químicos, además de proporcionar una resistencia superior a la abrasión por sólidos granulares. En una aplicación severa, como una planta de tratamiento costera con intrusión de agua salada o una instalación industrial que procesa aguas residuales químicas, un sistema de rastrillos no metálico resistente a la corrosión garantiza una integridad operativa y longevidad sin igual. Elimina la necesidad de recubrimientos protectores y protección catódica, que representan gastos continuos para los sistemas metálicos. Al optar por un diseño resistente a la corrosión, los propietarios de plantas protegen su activo contra fallos prematuros, minimizan los costos de mantenimiento durante todo el ciclo de vida y garantizan un funcionamiento ininterrumpido y fiable del proceso de sedimentación, fundamental para toda la cadena de tratamiento.